El agua como medicamento
Actualizado: 19 dic 2020
“El agua: probablemente, el remedio más antiguo del mundo”
En Roma, las termas tenían una disposición clásica. El circuito empezaba por una sala de agua caliente (el caldarium), a la que había que entrar con zuecos de madera, ya que en ella el suelo alcanzaba temperaturas de hasta cincuenta grados centígrados.

El agua es el medio que mejor transporta el calor y el frío. Cuando está caliente, relaja la musculatura, estimula la circulación sanguínea y eleva la temperatura corporal. De ello se derivan numerosas consecuencias positivas: se activan las células responsables de la defensa del organismo y se liberan hormonas y otras sustancias químicas transportadoras de las señales. Los estímulos fríos en forma de agua, en cambio, reducen el dolor y la inflamación. Como los vasos sanguíneos se contraen y el cuerpo se defiende, se produce un marcado efecto de estímulo-reacción, con consecuencias sobre todo el metabolismo. Por eso lo más eficaz es utilizar aplicaciones de agua que alternen el calor y el frío.
La hidroterapia es un eficaz tratamiento complementario en el caso de la insuficiencia cardíaca.
También el investigador japonés Chuwa Tei y su equipo han descrito los efectos positivos del agua, del vapor y del calor. En Japón, las casas e baños públicas (sentōs) gozan de una larga tradición, y a los enfermos con insuficiencia cardíaca se les aplica una terapia especial de sauna (la terapia waon), en la mayoría de los casos con sesiones diarias de más de quince minutos a sesenta grados centígrados.